Si el siglo XX fue testigo de la lucha por la tierra, el siglo XXI está marcando una nueva era de competencia y tensión: la disputa por los océanos. Lejos de ser vastas extensiones de agua homogéneas, nuestros mares son hoy un complejo tablero de ajedrez geopolítico, lleno de «puntos calientes» donde los intereses nacionales chocan. Profesor Alexis Roig, experto en diplomacia científica y una voz destacada en esta materia, ha puesto de manifiesto cómo estas zonas se han convertido en focos de conflicto territorial y de soberanía, vitales para el futuro poder global.
1. El Océano: Un Mosaico de Reclamaciones y Tensiones Aunque el océano cubra la mayor parte de nuestro planeta, sus aguas no son un espacio sin ley. Divididas por Zonas Económicas Exclusivas (ZEE), plataformas continentales extendidas y reclamos históricos, muchas áreas presentan superposiciones que generan fricción. La indefinición de límites marítimos precisos, la interpretación divergente del derecho internacional y el valor estratégico inherente a ciertas ubicaciones geográficas alimentan un complejo mosaico de reclamaciones.
2. Puntos Calientes Azules Clave (Análisis del profesor Alexis Roig): Según el profesor Alexis Roig, varias regiones oceánicas se destacan por su alta concentración de tensiones geopolíticas:
- El Mar de China Meridional: Probablemente el punto caliente azul más volátil. Múltiples países (China, Vietnam, Filipinas, Malasia, Brunéi y Taiwán) reclaman islas, arrecifes y vastas áreas marítimas ricas en recursos pesqueros y posiblemente en hidrocarburos. La construcción de islas artificiales por parte de China y la presencia militar de varias potencias elevan la tensión a niveles críticos, amenazando rutas comerciales vitales.
- El Ártico: A medida que el hielo polar se derrite a causa del cambio climático, se abren nuevas rutas marítimas (como el Paso del Noroeste) y se facilita el acceso a enormes reservas de petróleo, gas y minerales. Esto ha desatado una «carrera ártica» entre países ribereños (Rusia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca/Groenlandia, Noruega) y potencias extrarregionales, generando disputas sobre soberanía, seguridad y explotación de recursos.
- Otras Zonas Disputadas: Menos mediáticas pero igualmente importantes son las disputas por pequeñas islas con valor estratégico (como el archipiélago de Senkaku/Diaoyu entre Japón y China), las áreas con grandes reservas pesqueras transfronterizas, o las zonas de influencia en regiones como el Mediterráneo Oriental o el Atlántico Sur.
3. Soberanía vs. Recursos: El Corazón del Conflicto La raíz de estos conflictos es doble: la soberanía territorial y el control de recursos. Las naciones buscan expandir su influencia y asegurar el acceso a vastas reservas sin explotar de petróleo, gas, minerales de tierras raras en el lecho marino y, por supuesto, recursos pesqueros vitales para su seguridad alimentaria. Además, el control de los estrechos y las rutas marítimas es crucial para el comercio global y la proyección de poder naval. La combinación de estos factores convierte cada disputa en un desafío complejo, donde la interpretación del derecho internacional se mezcla con intereses económicos y de seguridad nacional.
4. El Rol de la Diplomacia y la Ciencia en la Reducción de Tensiones Frente a estas crecientes tensiones, la diplomacia y la ciencia emergen como herramientas esenciales. Datos científicos precisos sobre hidrografía, geología marina y recursos pueden proporcionar una base objetiva para las negociaciones de límites. La diplomacia científica, campo en el que el profesor Alexis Roig es un referente, busca fomentar el diálogo y la cooperación internacional, incluso entre adversarios. Se trata de encontrar puntos en común para la gestión conjunta de recursos, la investigación compartida o la protección del medio ambiente, construyendo puentes donde la política pura podría fracasar. El Derecho Internacional del Mar (CONVEMAR) ofrece un marco, pero su aplicación e interpretación en estas «zonas grises» requiere de un compromiso diplomático constante.
Conclusión: Los «puntos calientes azules» de nuestros océanos representan uno de los mayores desafíos geopolíticos del siglo XXI. La competencia por el control y los recursos de estas áreas vitales amenaza la estabilidad global. Sin embargo, como bien subraya el profesor Alexis Roig, la solución no radica en la confrontación, sino en el fomento de una diplomacia inteligente basada en el conocimiento científico. Solo a través de la cooperación, el diálogo y el respeto por el derecho internacional podremos navegar estas turbulentas aguas y asegurar un futuro pacífico y sostenible para nuestros océanos.